Agricultura: un viaje de doce mil años

Los historiadores coinciden en que el descubrimiento y el dominio del fuego, hace alrededor de 300 mil años, significó un punto de inflexión en el desarrollo del homo sapiens. Nos ayudó a ver en las noches, a calentarnos en el invierno, y como elemento de seguridad, para espantar animales. Pero según Yuval Harari en su libro “"Sapiens", el mayor impacto lo tuvo cuando el hombre comenzó a cocinar las fuentes de alimentos. En un principio, las especies humanas que habitaban la tierra en ese entonces lo utilizaba para prender las praderas y esto cumplía al menos dos funciones: la primera ayudaba a cocinar los tubérculos y raíces en el suelo, esto generaba una digestión y asimilación más rápida de los alimentos. La segunda, luego de la quema, se dieron cuenta que los pastos volvían a brotar más verdes y esto atraía animales que podían cazar para complementar su dieta. Con el pasar de miles de años, este cambio en la composición química debido a la cocción de los alimentos generó que el tracto digestivo se acorte, disminuyendo así el consumo de energía en los intestinos en favor del consumo de energía en el cerebro. La evolución de nuestro cerebro llevó a los humanos a domesticar plantas hace 12,000 años y es así que los humanos de esa época combinaron la caza y colección con el cultivo de plantas y nace la agricultura.

El dominio del fuego y la domesticación de las plantas representan en la historia saltos tecnológicos importantes que llevaron a la producción de excedentes, esto a su vez generó espacios para el sapiens, donde su genio emprendedor comenzó a crear tecnologías para solucionar problemas. Ejemplos de tecnologías que fueron aplicadas a la producción de alimentos son la irrigación de las parcelas, los silos para almacenar los cereales y semillas, la maquinaria agrícola para arar los suelos, la cadena de frío para conservar productos perecibles, la llamada revolución verde que utilizaba semillas mejoradas así como fertilizantes y pesticidas, la agricultura sostenible, y en los pasados veinte años, las plantas y animales genéticamente modificados. Todos estos avances han generado rendimientos de productividad y disponibilidad de alimentos sin precedentes; sin embargo, con el incremento de la población mundial y con una clase media también creciente, se estima que los rendimientos actuales no van a ser suficientes para alimentar la población en el año 2100.

Con este panorama nace lo que se llama la "agricultura de precisión" que utiliza los beneficios del Big Data y el Internet de las cosas (IoT) para generar soluciones como las de Climate Corporation (www.climate.com) en Estados Unidos. Esta empresa utiliza información recogida por drones equipados con tecnologías de sensibilidad remota y cartográficas de veinticinco millones de parcelas, y ha generado una base de datos de miles de millones de muestras de suelo y clima, sumados a la historia de producción de la parcela. Esta información es analizada por medio de algoritmos especializados y el software prescribe al agricultor el tipo de semilla a utilizar y el protocolo de cultivo. Los incrementos de productividad que se están obteniendo son muy importantes; sin embargo, también están generando preocupación debido a la propiedad y privacidad de la información. Estos avances son enfocados en monocultivos de gran escala lo que genera el aumento de la brecha tecnológica con los pequeños productores quienes representan alrededor del 80% de la tierra arable en el planeta. Esta situación ha despertado el interés de emprendedores en todo el mundo, y en Latinoamérica tenemos ejemplos como el de BoosterAgro (www.boosteragro.com), que utiliza información del clima y una plataforma móvil en los teléfonos celulares con la finalidad que el pequeño agricultor tenga información adecuada acerca del pronóstico de lluvias, vientos, humedad relativa, entre otras variables, todas éstas importantes para tomar decisiones de fertilización o de manejo de pesticidas. Otra modalidad de entrada en este segmento es la digitalización de procesos en cultivos como el banano orgánico donde la empresa AgroIQ (www.agro-iq.com) de Ecuador encontró un nicho de desarrollo generando reportes de productividad en tiempo real que permiten al agricultor un mejor control de éstos. La tecnología de Agro-IQ ha demostrado una disminución del orden del 2% al 5% en mermas, lo que puede significar el margen de utilidad para un agricultor.

Luego de hacer esta reseña y observando los avances tecnológicos que se vienen, solo me queda decir que este viaje de doce mil años en agricultura recién comienza.

Fuente: La República | Raul Injoque