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Un grupo de investigadores mexicanos ha estudiado el efecto de la adición de subproductos de mango, jamaica y café en el desarrollo de bioplásticos elaborados a partir de almidón.
El almidón es un polímero natural que constituye el material más utilizado en la fabricación de plásticos biodegradables por su renovabilidad, disponibilidad y bajo costo, debido a que se encuentra ampliamente distribuido en la naturaleza al ser el principal polisacárido de reserva energética en las plantas. Sin embargo, los plásticos fabricados a partir de almidón presentan tanto propiedades insatisfactorias como limitada estabilidad cuando son expuestos a la humedad, descomposición térmica a bajas temperaturas y menor resistencia a la deformación.
Por ello, se evaluó el efecto de la adición de subproductos como cáscara de fruta y bagazo en las propiedades físicas (color, textura, morfología, actividad de agua y biodegradabilidad) de un bioplástico.
“Se desarrollaron y caracterizaron bioplásticos de almidón, gelatina y glicerol en forma de cucharas (para alimentos sólidos) adicionadas con cáscara de mango, residuos de café tostado y cálices de jamaica cocidos, los cuales son ricos en fibras como celulosa, hemicelulosa y lignina”, indicó la investigadora Verónica Flores Casamayor, del Cinvestav Unidad Querétaro.
En el estudio, publicado en la revista Biotecnia, se planteó que una buena adherencia entre el material de refuerzo (subproductos) y la matriz (almidón con gelatina) conduce a una interfaz resistente, provocando un aumento de su rendimiento mecánico, donde la adición de los subproductos incrementó al doble la resistencia de las cucharas evitando la fractura de los biopolímeros.
Los resultados publicados en el artículo han reportado que la adición de fibras naturales influye positivamente en la tasa de biodegradación debido a que actúan como canales que facilitan la entrada microbiana en la matriz polimérica.
En cuanto a su aspecto físico, tras 48 horas de ser desechadas en tierra húmeda se observó un cambio de forma, un deterioro visual del color y de las propiedades mecánicas de los bioplásticos, independientemente del subproducto utilizado para su elaboración. Después de 120 horas, la manipulación e identificación de los bioplásticos no fue posible debido a su fragmentación, hinchazón y pegajosidad. Por lo tanto, se considera que la permanencia de este producto en el ambiente no excederá una semana.
En el trabajo también participaron Gerónimo Arámbula Villa, investigador del Cinvestav Unidad Querétaro, así como Ricardo Salazar López, Yanik I. Maldonado Astudillo y Javier Jiménez Hernández, investigadores de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro).
Fuente: conexion.cinvestav.mx
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