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Glifosato en Perú: Alerta en los cultivos
  • Glifosato en Perú: Alerta en los cultivos

    Foto: larepublica.pe|Jorge Celdán

    El hombre se llama Dewayne Johnson, tiene 46 años y entre el 2012 y el 2015 fue jardinero en una escuela de la bahía de San Francisco. Durante ese tiempo, con el fin de acabar con las malas hierbas, roció hasta 150 galones de Roundup, el herbicida más vendido del mundo, producido por la polémica compañía Monsanto. A pesar de que trataba de cubrirse bien el rostro y el cuerpo, algunos días era inevitable que el líquido le cayera encima. Un día le salió una erupción y luego unas extrañas manchas en el cuerpo. El diagnóstico fue devastador: tenía linfoma no Hodgkin, un cáncer del sistema linfático. Incurable.

    La semana pasada, Johnson se convirtió en la primera persona en lograr que un tribunal –en este caso, la Corte Superior de California– sentenciera que el glifosato, el principal agente químico de Roundup, provocó esta enfermedad en un ser humano, algo que médicos y científicos de todo el mundo venían advirtiendo que podía ocurrir desde hacía años.

    El tribunal condenó a Monsanto a pagarle US$ 289 millones como compensación por daños. Johnson no tendrá mucho tiempo para disponer de esta suma. Es un enfermo terminal y sus médicos no creen que llegue al 2021.

    La historia de este jardinero que vive en el otro lado del continente no pasaría de ser en el Perú una triste noticia de interés humano, salvo por el hecho de que el glifosato es el herbicida más vendido y usado en la agricultura peruana.

    No es una noticia menor. Y tanto no lo es que, en estos días, los organismos públicos involucrados en vigilar el impacto de los plaguicidas en la salud de los peruanos han decidido tomar cartas en el asunto ante la posibilidad de que historias como la de Johnson puedan ocurrir en el Perú.

    Agricultores expuestos

    Los hombres van y vienen por los surcos de un campo en el que en unos días se sembrarán lechugas. Están rociando pendimentalina, un herbicida de color amarillo. A unos metros, en el suelo, reposan dos botellas de glifosato cerradas, que esta mañana no serán usadas. Los hombres no llevan ningún traje especial para protegerse, como tampoco lo llevan los trabajadores que echan insecticida en la chacra vecina, en la que las lechugas ya brotaron. Parecen creer que ponerse una capucha en la cabeza es suficiente protección para ellos.

    No lo es, por supuesto.

    Estamos en los alrededores del centro poblado de Macas, en el distrito de Santa Rosa de Quives, a hora y media en auto del centro de Lima. Luis Gomero, coordinador nacional de la Red de Acción en Agricultura Alternativa (RAAA), nos ha traído para mostrarnos su pequeña finca, en la que cultiva hortalizas orgánicas.

    Pero lo que más nos sorprende de la visita es encontrar en el camino a numerosos agricultores echando plaguicidas sin tomar las medidas de protección adecuadas. El Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) indica que los trabajadores que aplican estos productos deben usar guantes, botas, mamelucos de dos cuerpos y mascarilla.

    Pocos de los que vemos cumplen estas indicaciones. Uno de ellos, incluso, trabaja con las piernas descubiertas.

    Luis Gomero dice que 3 millones de peruanos laboran en la agricultura. Según sus cálculos, unos 147 mil se dedican a rociar plaguicidas, es decir, están en permanente contacto con agentes químicos contaminantes. ¿Cuántos de ellos usan las prendas de seguridad que recomiendan las autoridades? ¿Cuántos se dedican a esta actividad durante largos años?

    ¿Cuántos Dewayne Johnson están enfermándose en los campos de cultivo peruanos, ante nuestros ojos, sin que nadie –ni ellos mismos– lo sepan?

    "Nunca en los alimentos"

    Cuando Luis Gomero estudiaba Ingeniería Agrónoma en la Universidad Agraria, a fines de los setenta, poco después de que Monsanto introdujera el glifosato en la agricultura mundial, sus profesores le enseñaron que este herbicida solo debía ser usado para controlar el crecimiento de maleza en carreteras, pistas de aterrizaje y canales de regadío.

    "Nunca en los cultivos de alimentos", le dijeron.

    Cuarenta años después, el glifosato es el herbicida más usado en el cultivo de alimentos en todo el mundo.

    ¿Cómo ocurrió esto? Las razones son varias. La principal fue que los herbicidas en general hicieron más fácil y más barata la erradicación de hierbas y malezas, lo que en el pasado estaba a cargo de peones. Con los años su precio se redujo –en el Perú, una botella de glifosato de 1 litro cuesta en promedio 30 soles. Por último, las hierbas se hicieron más resistentes, lo que obligó a aumentar las dosis.

    En el 2000, la patente de Monsanto sobre el glifosato expiró, lo que provocó la aparición de multitud de marcas que usaban la molécula original. Pero la marca de Monsanto, Roundup, se mantuvo como la más vendida, sobre todo después de que la empresa creó semillas resistentes al herbicida. Esto permitió que, en países como Argentina, productor de soya transgénica, campos enteros fueran rociados desde el aire sin el temor de que los cultivos murieran junto a las malas hierbas.

    Lo que los agricultores no previeron –y, según sus críticos, Monsanto ocultó– fue que utilizar este agente tóxico conllevaba graves riesgos para su salud. Y, posiblemente, la de los consumidores.

    Los males que causa

    La pediatra Flora Luna lleva muchos años investigando el impacto de los alimentos en la salud humana. Fue una de las promotoras de la Ley de Moratoria de Transgénicos y es una de las que mejor conoce en el país los potenciales efectos nocivos del glifosato en nuestros cuerpos.

    En su despacho en una clínica local, Luna nos muestra los datos extraídos de la Antología Toxicológica del Glifosato, un volumen elaborado por médicos argentinos a partir de la revisión de 830 artículos científicos dedicados al tema.

    Según estas investigaciones, los males provocados por esta sustancia pueden ir desde hígado graso e insuficiencia renal hasta Alzheimer, Parkinson, autismo y diversos tipos de cáncer, incuyendo el linfoma no Hodgkin, sobre el que dos científicos, Hardell y Eriksson, ya advertían en una fecha tan temprana como 1999.

    La acumulación de evidencia científica llevó a que, en el 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara al glifosato como un probable carcinógeno humano (la segunda categoría en toxicidad cancerígena).

    Sin embargo, en todos estos años, Monsanto ha seguido sosteniendo que el glifosato es inocuo y que no causa cáncer.

    Esta semana, Domingo le preguntó a la empresa Bayer, que desde junio es dueña de Monsanto, en qué se basaba para sostener esta posición. La respuesta llegó por escrito.

    "Más de 800 estudios, incluido el U.S. Agricultural Health Study (...), no encontraron ninguna conexión entre el glifosato y el cáncer. El Instituto Nacional de Salud reafirmó recientemente que el glifosato no causa cáncer y el EPA, la EFSA, la ECHA y otros reguladores alrededor del mundo también han concluido que el glifosato puede usarse de manera segura", señaló.

    Sin embargo, en el curso del proceso entablado por Dewayne Jonhson se dieron a conocer una serie de documentos internos –los llamados 'Monsanto Papers'– que revelaron que la compañía no estaba segura de que el agente químico en cuestión no era carcinógeno.

    Además, diversos científicos independientes han advertido que los informes favorables de EPA, ECHA y los otros reguladores fueron elaborados con datos proporcionados por la propia Monsanto, mientras que el reporte de la OMS utilizó datos independientes. Una significativa diferencia.

    Monitoreo sin glifosato

    ¿Qué está haciendo el gobierno para regular el uso del riesgoso glifosato dentro del país?

    Acudimos, en primera instancia, al Senasa, el organismo que autoriza la venta de los plaguicidas. Humberto Reyes y Jenny Malpartida, director y especialista del Área de Inocuidad Agroalimentaria, respectivamente, enumeraron las indicaciones que figuran en las etiquetas de estos productos: medidas de seguridad, dosis y período de carencia.

    Pero, ¿qué pasa específicamente con el glifosato, que es potencialmente cancerígeno? Los voceros del Senasa afirmaron que si es cancerígeno o no es algo que ellos no pueden establecer. "Quien debe determinarlo es la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa)", apuntaron.

    Por otro lado, es verdad que el Senasa desarrolla desde el 2011 un programa de monitoreo para detectar la presencia de plaguicidas, medicamentos veterinarios y metales pesados en los alimentos que consumimos. Y que los altos porcentajes de alimentos contaminados que aparecían en el 2015 y el 2016 se han ido reduciendo.

    Sin embargo, Humberto Reyes reconoció que en el programa no está contemplada la búsqueda del glifosato. ¿Por qué? Según dijo, porque la probabilidad de que contamine a los alimentos es baja, ya que se aplica antes de la siembra.

    Pese a lo dicho, informó que a partir del 2019 se incluirá esta sustancia en la lista de químicos a detectar.

    Se inicia investigación

    Los voceros del Senasa señalaron que hace unos días, luego de conocer la noticia de la condena contra Monsanto en California, solicitaron a la Digesa que les indique si el glifosato es cancerígeno o no y si deben adoptar medidas.

    Así que acudimos a la Digesa en busca de esa respuesta.

    Su director, Percy Montes, fue claro: para ese organismo, el glifosato es "probablemente carcinógeno", tal como lo estableció la OMS en 2015.

    Le preguntamos si, entonces, no deberían adoptar medidas específicas para prevenir que esta sustancia provoque la aparición de la enfermedad en las personas que la manipulan.

    Montes respondió con un anuncio.

    Esta semana, la Digesa iniciará una investigación conjunta con el Centro Nacional de Prevención de Enfermedades del Ministerio de Salud para determinar posibles conexiones entre enfermedades y plaguicidas como el glifosato. Paralelamente revisarán estudios internacionalesy locales.

    "Eventualmente, se podría restringir o prohibir el ingreso de este producto al país", dijo.

    Montes también reconoció que esta decisión se adoptó tras conocer el fallo sobre el caso Dewayne Johnson.

    Así fue que, desde el otro lado del continente, el humilde jardinero de San Francisco le recordó a nuestras autoridades que el agente químico que lo enfermó también es un peligro para los peruanos.

    Fuente: larepublica.pe|Óscar Miranda
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