La ley de Moore y el futuro de la agricultura

He aquí un dato que no escuchará con frecuencia a los grupos ecologistas: la actividad humana que más ha contribuido a destruir el entorno natural no es la industria, ni las plantas nucleares, sino la agricultura. Y otro dato que tampoco es habitual en el discurso de las ONGs: en el último siglo hemos practicado y perfeccionado tanto esta actividad con diversas tecnologías (desde aperos agrícolas más eficientes a semillas y variedades mejoradas) que el porcentaje de seres humanos que pasan hambre es el menor de la historia de la Humanidad (ronda el 10%). La agricultura, tanto la tradicional como las variantes más industrializadas, es necesaria y también un desastre ecológico.

Un campo cultivado es aquel en el que hemos destruido la cobertura vegetal natural y la hemos reemplazado por plantas de un único tipo diseñadas para nuestro uso a las que defendemos de cualquier competencia o ataque usando todo tipo de medidas mecánicas o químicas. Dado el aumento de la población humana y nuestro gusto por comidas con cada vez más carne (lo que supone usar más vegetales) tenemos que ampliar o mejorar el rendimiento de los cultivos. Pero ya no queda mucha tierra arable disponible: sólo queda mejorar las técnicas existentes y buscar nuevas formas de cultivo que no ocupen más espacio. Y ahí es donde entran las nuevas formas de agricultura: granjas verticales y cultivos en contenedores.

Porque como saben muy bien los cultivadores de marihuana no hace falta suelo para crecer plantas sanas y rozagantes. De hecho las técnicas desarrolladas para el cultivo de vegetales, digamos, recreativos (y desde hace poco legales en muchos estados de EE UU) están detrás de numerosas iniciativas para la agricultura de interiores como los contenedores de Freight Farms. Esta empresa adapta viejos contenedores de transporte del tipo conocido como ‘reefers’, diseñados para llevar bienes refrigerados y que tienen aislamiento interior, y los adapta para servir como módulos de cultivo.

La modificación pasa por instalar bandejas que sirvan como soporte, 128 tiras de iluminación LED optimizada para emitir las longitudes de onda usadas por las plantas con la menor emisión de calor y un tanque de propano que se usa para enriquecer el aire en CO2. Además hay un sistema de circulación de agua y un tanque de fertilizante líquido; los contenedores están preparados para usar poco más de 30 litros de agua y 80 kWh de electricidad por día, con lo que se consigue cultivar casi 50.000 cogollos de lechuga al año: el equivalente de 0,8 hectáreas de granja convencional. Cada ‘cosecha’ pasa de semilla a estar lista para la venta en apenas mes y medio, y se pueden hacer 8 al año. Varias compañías usan ya los contenedores de Freight Farms para la producción comercial de verduras, que además pueden ser estrictamente locales: cultivadas en el edificio de la esquina.

No son los únicos: están surgiendo numerosas compañías para explotar diferentes sistemas de granjas verticales, que utilizan técnicas hidropónicas y control estricto de los parámetros de crecimiento vegetal para crear cosechas en entornos urbanos sin tierra y con necesidades muy limitadas de pesticidas u otros sistemas de control de plagas. Una de las ventajas es que gracias a los avances en estas técnicas, incluyendo la iluminación LED, llevadas a cabo por los antiguos cultivadores ilegales de marihuana los sistemas se han optimizado hasta hacer rentable su uso. Y es más: los LED obedecen a la Ley de Moore igual que los chips de los ordenadores, por lo que su potencia y eficiencia mejora y su precio se reduce constantemente. El futuro de la agricultura incluye granjas hípereficientes situadas en las mismas ciudades a las que proveen, con mayor producción, menores costes, reducción del uso de pesticidas, agua y tierra y eliminación de los costes de transporte: menos cultivos destrozando ecosistemas y más comida para alimentar a más gente. Salud, ecología y economía de la mano mediante agricultura en contenedores o granjas verticales. Con un poco de suerte la salvación; de la Humanidad, y de la Tierra.

Fuente: 20minutos.es