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Una de las estrategias que permite al Perú enfrentar con buenos resultados el impacto del cambio climático y la escasa disponibilidad de agua para la agricultura y el consumo humano, es la “siembra y cosecha de agua”, una de las máximas expresiones de la cultura hídrica andina ancestral que permitió garantizar la sostenibilidad agrícola.
La siembra y cosecha de agua conjuga todas las alternativas tecnológicas prehispánicas y modernas, y consiste básicamente en el almacenamiento del recurso hídrico mediante la construcción masiva de zanjas de infiltración en terrenos con pendiente y el establecimiento de plantaciones en las cabeceras de cuencas hidrográficas, donde nacen los ríos.
Del mismo modo, se logra a través de la construcción de terrazas de formación lenta con barreras vivas (árboles y arbustos), la construcción y protección de presas, reservorios y estanques en partes estratégicas.
Asimismo, la reforestación de todos los terrenos eriazos altoandinos, involucrando a la comunidad agrícola; desviación de escorrentía (agua de lluvia que circula libremente sobre la superficie de un terreno) y excedentes hídricas para recargar los acuíferos o fuentes de agua.
También se garantiza la disponibilidad de agua mediante el manejo y cuidado de manantiales y puquiales, el fomento de buenas prácticas agronómicas e hídricas; y el uso adecuado de pastos, con áreas de rotación para dar sostenimiento a la productividad agrícola.
Esto fue perfectamente comprendido por culturas como Chavín, Nasca, Mochica, Chimú, entre otras que lograron la mayor eficiencia posible con obras de ingeniería hidráulica, las cuales hoy en día siguen sorprendiendo por la vigencia de su funcionamiento. Estas técnicas fueron perfeccionadas y expandidas por los incas en gran parte del territorio que controlaban, con lo cual garantizaron la provisión de este líquido vital y de alimentos a toda su población.
El Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri) impulsa esta estrategia desde hace varios años y, en ese sentido, el titular de dicho portafolio, Manuel Benites Ramos, resaltó la “siembra y cosecha de agua”, mediante el almacenamiento en las partes intermedias de la cuencas hidrográficas, tanto del Pacífico donde se encuentran los ríos de la costa, y del Atlántico, de donde surgen los ríos de la sierra y selva.
“Con ello se puede enfrentar el cambio climático, que afecta los glaciares en los Andes y con ello peligran las fuentes de agua de la que se abastece la agricultura, las industrias diversas y el consumo humano en general, lo que convierte al Perú en uno de los países más vulnerables a este problema global”, comentó.
También consideró fundamental intensificar la inversión en el riego tecnificado, sobre todo en la costa donde escasea el recurso hídrico. En tal sentido, el ministro enfatizó la necesidad de optimizar el uso eficiente del agua, con el objetivo de duplicar el 30 por ciento que se aprovecha actualmente. “Ello permitirá tener una mayor cobertura de tierras de cultivo”, expresó.
El titular del Minagri sostuvo que es muy importante que en los sucesivos gobiernos se continúe lo avanzado, sobre todo en iniciativas como el fondo Mi Riego, dado que el riego en la sierra es clave para salir de los monocultivos y tener más campañas al año (actualmente se tiene una en promedio), así como diversificar la cartera de cultivos.
“Se debe preservar y gestionar mejor el agua, así como asegurar el futuro de todos los peruanos, y por ello el Ministerio de Agricultura y Riego y la ANA dejan una herencia al siguiente gobierno en el manejo de los recursos hídricos”, enfatizó.
Fuente: Andina
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