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Las semillas de checo, árbol cuyo fruto es usado como jabón natural para lavar la ropa o asearse por los pobladores de Tumbes, está en peligro de extinción en el norte del país. Es por ello, que Dayana Muñoz, una joven estudiante de ingeniería forestal recorre desde hace dos meses el Área de Conservación Regional El Tútumo en búsqueda de estas semillas para reproducirlas y evitar su desaparición.
La estudiante del cuarto año de Ingeniería Forestal y Medioambiente de la Universidad Nacional de Tumbes (UNT) explica que este árbol - de nombre científico, Sapindus saponaria-, es conocido por la pulpa amarillenta de su fruto y es usado como jabón natural para lavar la ropa. Incluso, es utilizado como remedio para eliminar garrapatas y piojos.
El Sapindus saponaria es una especie que crece en ecosistemas cálidos en América Latina y llega a medir hasta 10 metros de altura. “He pensado en reforestar 1.000 árboles, según el resultado de la germinación”, señala Dayana, quien vio por primera vez un checo hace tres años durante un trabajo de campo de su casa de estudios en el sector Langostura Faical, al oeste de Tumbes.
La universitaria comenta que se quedó sorprendida porque en los extensos terrenos donde años anteriores habitaban decenas de checos, ahora solo quedaban algunos. Ante tal situación, Dayana puso en práctica lo aprendido en las aulas y comenzó a planificar una forma para conservar dicha especie.
“Cada vez que iba, era el único checo que veía. Preguntaba si había más y me decían que no. Fui al caserío de Casitas y tampoco vi”, cuenta la beneficiaria de Beca Permanencia del Pronabec.
Esa escasez y dispersión de checos llamó la atención de Muñoz, sobre todo cuando la gente del lugar le decía que antes había más ejemplares. En efecto, los checos estaban desapareciendo, debido a la reconversión de suelos boscosos en plantaciones de frutales, en particular, de plátano y limón.
“Los talan para coger el terreno y poder sembrar”, afirma. Desafortunadamente, no es la única especie forestal que ha observado que se extrae. Fue así que se dio cuenta que tenía en sus manos la oportunidad de revertir la situación, por lo que planea germinar las semillas durante cinco o seis meses hasta obtener plantones, luego sembrarlos en una concesión de 127 hectáreas de la UNT.
La universitaria prevé elaborar un protocolo de propagación de la especie y espera profundizar en el conocimiento genético del árbol y su fruto.
Fuente: larepublica.pe
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