La primera etapa del Proyecto Olmos está bastante avanzada. La presa Limón, al otro lado de la cordillera, ya almacena agua del río Huancabamba, y el túnel trasandino – la obra emblemática del proyecto – está próximo a su terminación. En cuestión de meses, las aguas del Huancabamba, en vez de verter hacia la Amazonía, como ocurrió durante millones de años, llegarán finalmente a Olmos.

El problema es que las obras del proyecto de irrigación, a éste lado de la cordillera – es decir en la costa – no se han iniciado. Resulta que el Ministerio Economía y Finanzas (MEF) no da su visto bueno. O sea, pronto – antes de fin de año – tendremos presa y túnel concluidos, pero el agua, en vez de ser usada para irrigar operaciones agroindustriales de primer orden, se perdería irremediablemente en el mar, como si al Océano Pacífico le faltara agua dulce.

Yo sé que todo proyecto es perfectible. Pero cuidado con llegar al ridículo de haber hecho Olmos para botar más agua al mar.

A este respecto, el país ha sido testigo del amplio debate suscitado entre los que respaldan la posición del MEF, y los que – como yo – consideramos que la Iniciativa Privada de Inversión (IPI) planteada por la empresa constructora Odebrecht, debe llevarse a cabo a la brevedad.

En mi opinión, el Gobierno cometió un grave error al partir el proyecto en tres: (1) Presa Limón y Túnel Trasandino; (2) Centrales de Generación de Energía Hidráulica; y (3) Proyecto de Irrigación en las Pampas de Olmos. El proyecto debió siempre concebirse de manera integral, para no caer en la situación actual, que se parece mucho al tristemente célebre Tren Eléctrico de Lima, donde se construyó la estructura principal del proyecto (columnas, plataformas, estaciones, etc.) pero no se construyeron los acabados, por lo cual la obra quedó inacabada y por ello no brindó ningún servicio a la colectividad.

En todo caso, si la partición del proyecto Olmos hubiera sido imperativa, las tres etapas debieron haberse construido como para que las 3 terminen a la misma vez.

El hecho concreto es que el tiempo está jugando en contra del Gobierno, por cuanto – como repito – la primera etapa estará lista dentro de pocos meses, mientras que la irrigación, que comprende los canales, caminos y redes de energía para las operaciones agroindustriales, ni siquiera se ha iniciado.

Por ello, me parece que la IPI debe llevarse a cabo de inmediato. No necesariamente por ser la mejor iniciativa concebible al respecto, sino por ser la única. Se dice que el MEF está considerando hacer la irrigación como obra pública; es decir, con recursos del Estado. Pues bien, quienes conocemos algo del accionar del Estado, pensamos que dicha alternativa es inapropiada. Si el Gobierno no supo actuar oportunamente ante la emergencia de un sismo como el de Pisco, ¿por qué – en el caso de Olmos – sí actuaría con eficiencia y celeridad?

Simplemente, lo dudo.

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