En las etiquetas, los envases y los paneles publicitarios, suelen indicarse las propiedades nutricionales y saludables de los productos; a veces, de forma explícita, mediante palabras, imágenes o símbolos, aunque, muchas otras veces, solamente se insinúan. En ambos casos, el objetivo es ofrecer a los consumidores información relevante, pero no todo vale. El 29 de septiembre, en el seminario Food & Health de Róterdam (Países Bajos), Simone Pelkmans, directora legal de alimentación en el ámbito global y europeo de Unilever, explicó qué está permitido afirmar sobre un producto y qué no lo está.
"¿Por qué las marcas de alimentos se atribuyen propiedades saludables? Básicamente, para informar sobre sus productos de forma justa y clara", expone Pelkmans. "Sin embargo, no todo está permitido a la hora de afirmar que un producto posee determinadas propiedades nutricionales o saludables. Dado que estas se pueden contemplar desde muchos puntos de vista diferentes, en Unilever disponemos de un equipo interdisciplinario que se asegura de que cumplamos meticulosamente la ley, lo que es indispensable para evitar cualquier tipo de daño indirecto, como una multa, la retirada del producto o, lo que es peor, que este suponga un riesgo para la salud pública. Por eso, la Unión Europea ha creado una normativa para regular las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables. Se trata de un instrumento que decide qué grupos de productos pueden afirmar que poseen determinadas propiedades, y que atribuye efectos a los alimentos".
Declaraciones nutricionales y de propiedades saludables
"Una declaración nutricional es aquella que, por ejemplo, sugiere o implica que un alimento posee propiedades nutricionales curativas. No está permitido ensalzar un alimento mediante la modificación de una característica que no tenga carácter distintivo en los grupos de productos relevantes, como el contenido de sal en los productos que, de por sí, ya tengan muy poca sal. Es más, hay casos en los que nunca se pueden atribuir determinadas propiedades a los productos. Por ejemplo, si se añaden nutrientes a los productos, está terminantemente prohibido etiquetar esos productos como 'naturales'", explica Pelkmans.
Las declaraciones de propiedades saludables y de reducción del riesgo de enfermedades van un paso más allá. "Estas afirmaciones sugieren o implican que un alimento o un ingrediente de dicho alimento ofrece beneficios para la salud o que reduce los riesgos de padecer cierta enfermedad. En esos casos, es necesario controlar exhaustivamente las propiedades que se le atribuyan. Por ejemplo, un fabricante jamás puede decir que 'no consumir un producto es perjudicial para la salud'. Tampoco está permitido insinuar que un producto hace perder peso, ni que lo recomiende un médico o profesional individual. Es más, está prohibido alegar (o insinuar) que un alimento previene o cura las enfermedades humanas, como, por ejemplo, afirmar que 'la estevia reduce el riesgo de diabetes'".
No hay normas inequívocas
Las empresas de alimentación tienen que dedicar muchísimo tiempo a averiguar si el producto que están comercializando cumple todas las normas de etiquetado. "Aún hay muchas cosas que no están claras. Hay que acatar las normas de varias autoridades, como la RCC (Comisión del Código de Publicidad de Países Bajos) y la NVWA (Dirección de Seguridad de los Productos Comestibles y de Consumo de Países Bajos), y no ayuda que ambas interpreten y apliquen las normativas de forma desigual. Cada Estado miembro también utiliza métodos diferentes, y lo único que pide la industria son unas normas inequívocas por parte de la Comisión Europea", concluye Pelkmans.
Fuente: freshplaza.es
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