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Entre 1997 y el 2017, la producción agropecuaria ha pasado de representar 7,4% a 6,2% del PBI. En ese mismo período, la participación de las exportaciones se ha incrementado de 12,1% a 21,1% del PBI.
En ese lapso, las exportaciones agropecuarias crecieron en importancia, tanto en relación a las exportaciones totales como frente al PBI. En el primer caso, pasaron de 11,9% a 13,1%; en el segundo, se duplicaron, pasando de 1,4% a 2,8%.
Lo notable en este caso es el fuerte dinamismo del componente no tradicional, que ha desplazado a cultivos que usualmente dominaban las exportaciones, como el azúcar, cuyo valor vendido al exterior el año pasado fue poco más de la mitad de lo exportado en 1997, o del algodón, que prácticamente ha desaparecido de nuestra oferta.
Es cierto que las ventas de café se han incrementado casi 80% en estos 20 años y los US$710 millones exportados de este producto siguen siendo mayores a los de productos de mayor valor agregado, que se han dinamizado notablemente en los últimos años, como uvas (US$653 millones), paltas (US$581 millones), espárragos (US$410 millones) y arándanos (US$362 millones). Sin embargo, no se puede desconocer que de estos cuatro productos, que al 2017 lideraron las ventas no tradicionales, solo el espárrago se hallaba en una posición destacada 20 años atrás. Más aun, el arándano ni siquiera se cultivaba en el país. En ese momento, destacaban otros productos, como artículos de joyería, oro semilabrado y camisas para hombres o niños.
Las exportaciones agropecuarias crecieron en importancia, tanto en relación a las exportaciones totales como frente al PBI
Pero por otro lado, la producción agropecuaria orientada al mercado local ha decrecido de 6% a 3,4% del PBI en los últimos veinte años.
Y en estos resultados, las diferencias en productividad entre ambos grupos, que van de la mano con la formalización, son claves. El agroexportador tiene una productividad más de 20 veces superior a la del productor orientado al mercado local. Si dicha brecha hubiese sido la mitad de la observada, la producción agropecuaria en el 2017 habría sido más de 4 veces superior a la alcanzada. Y el PBI total habría sido casi 20% mayor al que efectivamente se registró el año pasado.
Seguramente no tendremos resultados inmediatos, pero la experiencia de la agricultura de exportación de los últimos veinte años demuestra que la inversión en capital físico y humano en un contexto de formalización puede aumentar notablemente la productividad. Con la adecuada flexibilidad laboral, las mejoras logradas serán además sostenibles.
Fuente: elcomercio.pe|Juan Carlos Odar Zagaceta
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